La importancia del juego

El impulso de jugar de los menores es innato y responde a una necesidad biológica y social. Es a través del juego que aprenden a interactuar con el entorno, a poner orden a aquello que pasa durante el día, a mostrar sus habilidades.

Pero, paralelamente a este instinto de juego, los menores tienen un instinto natural (biofilia): una atracción innata hacia los entornos naturales. Mediante el juego, los menores satisfacen su necesidad de conocer el entorno más próximo y de entrar en contacto con el mundo natural.

Por tanto, juego y naturaleza son una pareja perfecta y, en realidad, dos caras de la misma moneda, es a través del juego que exploran el mundo natural, y es la naturaleza el mejor entorno de juego. No sólo porque ofrece variedad de elementos y estímulos básicos para la actividad autónoma sino porque cubre la necesidad de naturaleza que tiene el menor y todo ser humano.

Por todo esto, es necesario salir a menudo al campo, al jardín, naturalizar los espacios exteriores, los parques, con la finalidad de que todos los niños y niñas puedan disfrutar de crecer al aire libre.Debemos elegir, siempre que sea posible, materiales que permitan a los menores desarrollar una habilidad, no solamente que los entretengan. Según la edad, estos estarán basados en:

  • Conocer el mundo a través del tacto y la vista.
  • Desarrollar los sentidos.
  • Desarrollar capacidades y concentración.

Los menores se relacionan con el mundo a través de sus adultos de referencia y de los materiales con los que interactúan. De aquí la importancia de su calidad, de su origen y la gran importancia de los materiales no estructurados, materiales abiertos, sin una finalidad concreta y que dan pie a un juego de creación de infinitas posibilidades.

¿Qué son los materiales desestructurados?

Los materiales no estructurados son aquellos que no tienen ningún fin concreto, no tienen ni porqué ser juguetes.

En cambio, los materiales estructurados son aquellos que tienen un fin concreto, en los que el propio material ya indica para que sirve (un puzzle, por ejemplo) o bien son juegos en los que hay instrucciones y normas claras (deportes de equipo, juegos de mesa, etc.).

Cuando les damos materiales estructurados a los niños realmente no está surgiendo el “juego simbólico” sino que es “literal o imitativo”: los niños usan esos materiales imitando lo que hacemos los adultos y usándolos literalmente para lo que sirven.

El juego realmente simbólico nace cuando los niños recrean algo distinto sobre un “material, juguete o artilugio”, es decir, cuando juegan a coches con piedras, etc.

Abasteciéndoles de todo tipo de juguetes, uno para cada cosa y función estamos dificultando que nazca un juego de creación y se quedan sólo en la imitación.

Algunos ejemplos pueden ser:

  • El cesto de los tesoros: material desestructurado perfecto para bebés y primera infancia. Con estos elementos el bebé estimula sus sentidos, conociéndolos a través del tacto, el gusto o la vista. Ideal para mejorar la motricidad fina, la coordinación óculo-manual y las destrezas manipulativas.
  • Bloques de madera: perfectas para realizar mini mundos, jugar a crear historias, aprender a apilar e incluso a destruir, siendo nosotros quienes lo apilemos y permitiendo que el niño y la niña lo derriben. Este juego les encanta y es una etapa que los niños y niñas llevan a cabo a lo largo de su desarrollo. Con este juego podemos favorecer la espera, la paciencia, la atención, la coordinación óculo-manual, además de todas las características mencionadas anteriormente.
  • Elementos de la naturaleza: palos, piedras, troncos, conchas, piñas…
  • Materiales de reciclaje: tapones de botellas, rollos de papel higiénico, tapones de corcho, botellas de plástico, hueveras, cartones…
  • Materiales comprados: materiales de Grimm’s, Grapat, ecobloques…

Beneficios

🔹El protagonista del juego es el niñ@.

🔹Permiten a los niñ@s explorar, crear y experimentar de manera libre.

🔹Al no tener una forma o función predeterminada, fomentan la imaginación, la resolución de problemas y la creatividad.

🔹Potencia el pensamiento abstracto.

🔹Es un juego infinito e ilimitado.

🔹 Les da libertad para tomar decisiones y aprender a adaptarse, lo que contribuye a un desarrollo integral.

🔹Enriquecimiento sensorial: podrán experimentar con sus sentidos lo que el juego les evoque, a través del tacto, el oído, el olfato o la vista. Los materiales naturales de los que están hechos estos juegos, permiten sentir y percibir el juego con todos los sentidos.

🔹Se adaptan a la etapa evolutiva del niñ@.

🔹Evita la sobreestimulación: no hay luces y no hay sonidos, por lo tanto, no hay estímulos externos sino que tienen que salir de dentro del niño.

🔹Son materiales libres de estereotipos.

La mirada del adulto

A menudo, el verdadero obstáculo para que el juego libre se suceda, es precisamente el adulto a cargo del cuidado del niñ@ que en nombre del amor, ha ido frenando su autonomía.

«El adulto erróneamente imagina que puede realizar desde fuera un trabajo creativo, estimulando, ofreciendo directrices y sugerencias, a fin de que en el niño se desarrollen la inteligencia, el sentimiento y la voluntad. Crearé al hombre a mi imagen y semejanza. La soberbia fue el primer pecado del ser humano» escribe María Montessori en El niño, el secreto de la infancia.

Nuestro papel será el de facilitador/a, una figura que Carl Rogers (1902-1987) describió como una persona que acompaña cualquier momento de la vida de manera consciente y respetuosa, y que crea un ambiente cálido, acogedor y sin juicio, en el que la persona acompañada se siente libre y segura para ser quién es.

Por lo que el adulto se encargará de preparar el ambiente y adecuarlo a las necesidades e intereses de los niñ@s, habiendo observado esto de manera previa.

  • Distribuir los materiales en cestas o bandejas dispuestas en estanterías a la altura del niñ@ para que pueda disponer de ellos de forma libre y autónoma.
  • Que sean seguros y duraderos para el momento de desarrollo en que se encuentra el niñ@. Hay que tener en cuenta especialmente que no contengan piezas pequeñas que puedan ser tragadas o aspiradas y que no contengan materiales tóxicos u objetos punzantes.
  • Materiales estéticos, variados, clasificados y dispuestos según el grado de dificultad. Que no sean demasiados para evitar la sobreestimulación y cambiarlos según disminuya su interés.
  • Deben ser materiales fáciles de limpiar e ir revisándolos de forma periódica.

Una vez preparado el ambiente, el niñ@ podrá usarlo de forma libre y el adulto estará siempre disponible en el espacio acompañando y observando pero no interviniendo a no ser que el niñ@ nos integre en el juego o sea estrictamente necesario.


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«Todos los aprendizajes más importantes de la vida, se hacen jugando»

Francesco Tonucci.

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