¿Por qué nos sentimos tan mal dejando a nuestros bebés? La respuesta es clara: porque no queremos dejarlos allí. Porque querríamos tenerlos con nosotros en todo momento y nos cuesta la vida separarnos de ellos. Y es que es uno de los pilares básicos de la crianza respetuosa: evitar las separaciones prolongadas y continuas. Y, sin embargo, nuestra sociedad actual y la presión de la vuelta al trabajo nos lleva a ese momento duro y doloroso.

No existe ningún permiso que permita flexibilizar el horario laboral para poder acompañar adecuadamente a nuestros hijos cuando se enfrentan a la escolarización en su primera etapa. En el mejor de los casos, las familias pueden gastar sus vacaciones para poder acompañarles en esos primeros días de cole. A veces, ni siquiera pueden elegir la fecha de sus vacaciones para hacerlas coincidir con este periodo.

Todo esto nos lleva a buscar alternativas educativas en las que sí se escuchen las verdaderas necesidades de la infancia y los niños puedan ser atendidos de forma digna como en un segundo hogar familiar: la casita de una madre de día.


¿qUÉ ES EL PERÍODO DE VINCULACIÓN?

Como su propio nombre indica, es un periodo que necesita el niño o la niña para adaptarse a un gran cambio en su corta vida, un cambio que engloba nuevos espacios, nuevas figuras de apego, nuevos compañeros, nuevos ritmos y la separación de sus figuras de referencia, la familia. Es necesario tanto para las familias, como para la madre de día, pero sobre todo para los niños y las niñas.

El mundo afectivo del niño/a es el motor esencial de su desarrollo emocional, social e intelectual por lo que el período de vinculación es un proceso en el que el pequeño va elaborando, emocionalmente, la pérdida y la ganancia que le supone esa separación, hasta llegar a una aceptación de la misma. Es donde se establecen los primeros lazos de relación afectiva con los nuevos adultos que le acompañarán durante la jornada en la casita. Estos primero lazos son los que marcan el tipo de relación con la que el niño/a perciba que queremos relacionarnos con él.

Hoy en día, sabemos que crear y mantener vínculos seguros durante la infancia tiene una gran importancia para la salud mental posterior, para relacionarnos con los demás y para nuestra forma particular de percibir el mundo.

Este vínculo es especialmente fuerte e intenso desde los 6 meses a los 3 años, aunque se mantiene durante toda la vida, por este motivo hay que ser conscientes de lo que supone esta separación de la figura de referencia y la creación de nuevos vínculos a estas edades.

El plano emocional va directamente relacionado con la confianza y la seguridad, por lo que un buen periodo de vinculación tiene un gran peso en el grado de desarrollo de los distintos ámbitos del proyecto.


¿CÓMO SUELEN VIVIR LOS NIÑOS ESTE TIEMPO?

Según varios autores, los niños se sienten infelices, abandonados, apartados, sin nadie que les quiera, por eso se aterrorizan, se enfadan, lloran, chillan, tiran cosas, pegan, se quedan junto a la puerta, intentan escapar…

«Agarrarse, llorar, llamar o seguir a los padres son comportamientos característicos de todos los pequeños humanos», aferrarse a la madre o figura de referencia ante lo desconocido no es sinónimo de dependencia, sino un comportamiento innato de apego. ¡Y no es para menos! El niño no entiende por qué está ahí, lo vivencia como un abandono. Un bebé es dependiente y separado de su figura de apego, peligra su supervivencia, es instinto de nuestra especie.

Aunque el período de vinculación lo viven todos los niños de una manera u otra, no todos lo exteriorizan de la misma manera: unos están como si nada, entran, juegan pero pasados unos días estallan; otros esconcen sus sentimientos, se aferran a su objeto de apego…

Suele ser la primera separación del medio familiar (padres, abuelos, tíos…) por lo que resulta un gran cambio para todo el núcleo familiar. Por tanto, debemos ser conscientes de que esta incorporación suele ser un proceso emocional costoso y sensible tanto para las niñas y niños como para sus familias.

Durante este proceso, es normal que en casa se perciban cambios: expresen sus emociones de manera intensa, cambios de conducta repentinos, duermen peor, aparecen pesadillas, están más cansados, más apego con la familia, más irritabilidad, enfados, agresividad, llanto… ¿qué podemos hacer?

¡Pues cogerlos, darles mimos y cariño! Atender las necesidades que manifiestan, ¡lo necesitan!


¿CÓMO LO HACEMOS EN LA CASITA?

María Montessori decía “sigue al niño” y eso es lo que pretendemos durante este proceso, seguir los procesos y los tiempos de cada uno de los niños que empiezan en la casita. Cada niño tendrá su propio proceso y nosotros, los adultos, tenemos la responsabilidad de acompañarle en el camino y ofrecerle la seguridad que necesita.

Cada niño viene de un lugar y una situación diferente. Cada niño llega a la casita con un camino recorrido y de pronto todo cambia, su mundo, tan conocido por él, tan seguro, se transforma y se vuelve inseguro sin su figura de referencia y de apego.

Nuestro objetivo con el periodo de vinculación es la aceptación de la vida en estos nuevos espacios sin sentimientos de amenaza ni de pérdida. Tampoco de resignación, por eso el nuevo término vinculación y no, adaptación.

Es muy importante que sea un proceso auto-regulado por el niño, ya que el niño en nuestra casita es el protagonista de esta historia, y en este caso está creando su propia historia.

Tenemos claro que no queremos taponar las emociones de nuestros niños y que no queremos una adaptación que conlleve un sufrimiento innecesario, miedo o angustia. Queremos una vinculación que les proporcione seguridad, cariño, comprensión, motivación y libertad de movimiento, decisión e iniciativa en todo el proceso.

Para facilitar este proceso, recomendamos que su incorporación se realice de una forma paulatina. El período de vinculación no tiene la misma duración, dependerá de cada niño/a. Como norma general, necesitarán aproximadamente un mes para sentirse a gusto. Os recomendamos que la persona que vaya a hacerse cargo del periodo de vinculación, esté disponible al menos durante 2 semanas.

Por ello, vemos este proceso como un momento de superación, como una CONQUISTA del niño. Primero se produce la conquista del espacio, del nuevo entorno, y cuando el niño se siente seguro y protegido en ese lugar, está preparado para conquistar el vínculo con el adulto, con la madre de día, que será su adulto de referencia en la casita.

La creación de un vínculo no se hace de la noche a la mañana, necesita de tiempo y espacio compartido.


¿Cómo favorecer este proceso?

Tanto en este período como en el resto del curso vemos muy necesaria una relación cercana con las familias, una buena comunicación hace crecer confianza y seguridad y esa es la base de la relación sana y familiar que queremos tener en la casita.

Por tanto, las familias pueden ayudar en este proceso:

  • CONOCER CON ANTICIPACIÓN LA CASITA Y A LA MADRE DE DÍA: visitar la casita en familia para conocer los espacios, el proyecto, los ritmos diarios, la madre de día. En la casita una vez tomada la decisión de comenzar realizamos distintos encuentros para conocernos: bienvenida, entrevista inicial, normas de la casita, prepararnos para el período de vinculación, etc.
  • PREPARAR LAS COSAS JUNTOS: preparar juntos la mochila con las cosas que hay que llevar a la casita, hablar sobre el espacio y la madre de día. Esto hará que el niño sienta que formáis parte de la misma realidad aunque luego no estéis físicamente en el espacio, le dará confianza y seguridad. Una buena idea es ir a comprar estas cosas junto con tu peque, así se siente involucrado y le damos la oportunidad de elegir en función de sus preferencias y gustos.
  • OBJETO DE APEGO: permitirles llevar un peluche o una mantita que reconozca, pintarles un corazón en la mano…hará que estéis presentes de alguna manera durante este tiempo que estáis separados.
  • ESTAR PRESENTE Y DISPONIBLE: el adulto en Montessori es observador y acompañante en los procesos del niño. La ayuda que les ofrecemos puede ser un “obstáculo” para su aprendizaje. Por tanto, es importante mantenerse cerca del niño, observar sus necesidades y ofrecerle herramientas para que pueda satisfacerlas de forma autónoma. Durante el proceso de vinculación es más importante si cabe la presencia y atención plena. por las tardes en casa. Presencia de calidad. Es normal que se den retrocesos, no es un proceso lineal.
  • FUERA EXPECTATIVAS: no os creés expectativas, cada niño es un mundo y cada proceso es distinto. Es importante estar en la medida de lo posible tranquilos y confiar en que todo va a ir bien. Vuestra actitud y sentir será el mensaje que el niño reciba, por ello es tan importante.
  • ACOMPAÑAR LAS EMOCIONES: comunicarnos con ellos y ayudarles a poner nombre a lo que sienten, validando sus emociones y respetando que tienen derecho a sentirse así, es la mejor manera de acompañarles en este proceso.
  • PREADAPTAR EL HOGAR: adaptar las rutinas y horarios de forma progresiva, fomentar la autonomía en casa durante las rutinas del hogar y las necesidades básicas, tratarnos con respeto, gracía y cortesía. Tratar de adaptar en la medida de lo posible el hogar para que vuestro hijo pueda ser independiente y se valga por sí mismo (mesas y sillas a su altura, torre de aprendizaje, ayudar a poner la mesa, limpiar lo que ensucia, etc.

Es muy importante hacer un trabajo en equipo con vosotras las familias. Si ofrecemos al niño/a las mismas herramientas, si hacemos las mismas rutinas, si gestionamos las situaciones del día adía de la misma manera, el niño se sentirá seguro y relajado y nosotros, los adultos que les acompañamos también.

Creemos que es de mucha ayuda empezar a trabajar en esto en casa desde antes de la entrada a la casita, de esta manera, la adaptación fluirá mejor y el niño/a no sentirá tanto cambio al inicio del curso.


Si te has tomado tu tiempo en leer este artículo y quieres contactar conmigo para cualquier cosa, puedes dejarme un comentario o escribirme a casitaluzdearcoiris@gmail.com

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